Nadie imagine que hablo de reforma del Espiritismo.
Octávio Caúmo Serrano | caumo@caumo.com – traducción – Prof. Edda Fontes – eddafontes@gmail.com
Hay quien defienda la modernización de nuestra doctrina porque El Libro de los Espíritus estaría superado y necesitaría de actualización con base en la moderna ciencia y en las transformaciones sociales. El propio Kardec ya dijo más o menos eso, cuando defendió que el Espiritismo es una doctrina evolutiva y, por lo tanto, no está lista y acabada.
Lo que entiendo, sin embargo, es que todavia estamos en el jardín de la infancia en ese asunto y la casi unanimidad de los espiritistas aún desconoce las orientaciones más elementales de la doctrina. Y los pocos que ya leyeron o estudiaron algo, aún tienen poco conocimiento del mensaje de los Espíritus, porque ella está arriba de nuestro entendimiento. Decoramos lo que dice la letra, pero no entendemos lo que nos habla el alma de la letra; el mensaje espiritual. Si no fuese eso, tendríamos comportamiento diferente.
A pesar de no ser de los más antiguos, ya cuento cuatro décadas de estudio y divulgación doctrinarios y comparo lo que me enseñaron en la década de 1970 con qué hoy se divulga. Mejoró mucho. Cuando empezé en la doctrina, me informaron que reencarnábamos para sufrir y no adelantaba reclamación. A lo largo del tiempo, comprendí que la reencarnación es un regalo de Dios y que volvemos para aprender y crecer, y no para el sufrimiento. Sufrir o no es opción y depende del entendimiento y de la fe de cada uno.
Me enseñaron también sobre el karma, palabra sánscrita que en las filosofías de India significa “el conjunto de las acciones de los hombres y sus consecuencias”. Solo que nunca me dijeron que yo podría tener un karma bueno. Si él es consecuencia de lo que hago – acción y reacción –, puedo crear karmas favorables. Y decían más: si usted tiene problemas en el hogar tiene de aguantar hasta el fin de la vida. No adelanta deshacer el matrimonio porque tendrá de volver con el compañero cuántas veces sea necesario. Y se usted maltrató a su mujer, la situación se invertirá y usted es quien será agredido por ella. Oía y creía, al final, era recién-llegado al Espiritismo. Hoy, sé que hay muchas formas de rescatarse errores y que los agentes pueden ser otros – y no las propias víctimas de nuestra acción, cuando ellas no son vengativas.
Ya comprendo que no existe el fin de la vida y que estoy en la vida eterna desde el día en el que Dios me creó, simple y sin cualquier conocimiento. Ése fue el primer día del resto de mi vida, que jamás terminará, porque soy inmortal. Aun cuando yo quiera morir, no consigo; estoy condenado a vivir por toda la eternidad, porque fui creado a la imagen y semejanza de Dios y tengo de la misma inmortalidad que Él. Soy fruto de Su árbol.
Un día me invitaron a aprender a adoctrinar Espíritus. Un orientador me dio las primeras lecciones y dijo que era fácil; bastaban cuatro ítenes para hacer el trabajo, conversando con la entidad: ¿1 – Sabe dónde está? En un centro espiritista, una casa de caridad. ¿2 – Sabe qué ya murió? 3 – Pide perdón a Dios por sus errores. 4 – Siga con esos hermanos y vaya con Dios.
“Es solo eso”, me explicó el “maestro”. Lo hizo en cuestión de minuto. En la semana siguiente, el lunes de carnaval, había apenas dos médiums y un único doctrinador: YO, que había hecho un cursillo de una hora en la semana anterior. Felizmente, al recibir el Espíritu, hablé con él fraternalmente e intenté calmarlo, garantizándole que estaba en el lugar ideal para ser ayudado; que aprovechase la oportunidad.
A lo largo del tiempo, los centros se abrieron más para el estudio y el misticismo y la fantasía aparecen cada vez menos. Actualmente, vemos universitarios y doctores en el movimiento, estudiando la Codificación y el Evangelio con objetividad y buen sentido. Para confirmar, tenemos la existencia de las Asociaciones Médico-Espiritistas en todo el Brasil, además de la AME Internacional. Hay asociaciones espiritistas de magistrados, de militares y de muchos otros profesionales. Hay reuniones de estudio y mediúmnicas en muchos hospitales, empresas y universidades.
Mismo con ese progreso, aún es necesario estudiar bastante para entender sobre nuestra existencia y lo qué nos compete en esto largo e interminable viage. Una escalera de infinitos escalones, que mismo ya habiendo ascendido muchos, estamos aún más cerca de la Tierra que del Cielo. Las casas espiritistas deben crear más reuniones de estudio y mismo en las escuelas de moral cristiana, para niños, es preciso jugar y cantar menos y ya empezar a estudiar el Evangelio, desde los primeros años de vida.
Cierta tarde, al final de la reunión del centro, una niña de tres años, que iba con la madre asistir a la exposición – y generalmente dormía –, me salió con ésta:
– Madre, la exposición de don Octávio fue tan legal.
– ¿Fue hija? ¿De lo qué usted gustó más?
– Gusté cuando él habló que nosotros debemos hacer para los otros solo lo qué nosotros queremos que los otros hagan a nosotros. ¡Hallé muy legal!
Después de oírla con atención y respeto, tuve la certeza de que no hay niños, según nos explica el Espiritismo. Son los mismos Espíritus que regresan y que ya traen su sabiduría particular. Por eso debemos estar siempre muy atentos.
Las magistrales exposiciones de los médicos, psicólogos, ingenieros y que tales, deben ser canalizadas más para los principiantes o para los que no son espiritistas y quieren ser convencidos por argumentos sólidos sobre la supervivencia del alma y las consecuencias de sus acciones. Los más entendidos solo necesitan ser inducidos a mejorar el carácter y eso se consigue con el estudio y el trabajo incesantes. Conocemos espiritistas con veinte años de frecuencia a los centros que apenas se complacen en oír exposiciones. Tienen la cabeza llena de información, pero las manos vaciadas y el corazón duro.
Cómo los Nicodemus del siglo XXI, si todavia no entendemos siquiera de las cosas de la tierra, ¡qué será cuándo necesitemos entender de las cosas del cielo! El alerta del Cristo sigue valiendo; ¡y tenemos de correr porque el tiempo está terminando!
RIE – Revista Internacional de Espiritismo – Octubre 2013